Javiera Anguita, Ignacio Vargas.
JI3 2013, número 3, páginas 44-50.
Abstract
En el norte de Chile existen lugares con altas concentraciones de arsénico. Un ejemplo es el río Lluta, en la Región de Arica y Parinacota, donde el arsénico proviene, principalmente, de fuentes geotermales, afectando la productividad agrícola de la cuenca y la salud de sus habitantes. Para que las concentraciones se encuentren dentro del límite aceptado por la Organización Mundial de la Salud (WHO), 50 ugL-1 en agua [1], es necesario monitorear y controlar las fuentes naturales de arsénico y su reactividad con los sedimentos cercanos a las fuentes geotermales. El arsénico es un metaloide que se encuentra ampliamente distribuido en la naturaleza, con predominancia en ambientes acuosos de arsenito [As(III)] y arseniato [As(V)]. Destaca por su toxicidad en humanos y otras formas de vida, pudiendo provocar cáncer e incluso la muerte, siendo más tóxico el arsenito que el arseniato debido a la estabilidadde sus reacciones. Sin embargo, existen microorganismos capaces de tolerar altas concentraciones, llegando incluso a utilizarlo en su metabolismo para la obtención de energía, mediante reacciones redox. Microbial Fuel Cells (MFC) emerge como una nueva alternatica para estudiar microorganismos extremófilos y sus interacciones con los ciclos geoquímicos de elementos o contaminantes de interés, en particular aquellos que participan en la química del arsénico Una MFC es un reactor electroquímico-biológico que actúa como una batería, transformando energía química, presente en desechos orgánicos, en energía eléctrica. Los microorganismos capaces de catalizar estas reacciones son denominados «electroquímicamente activos» [2]. Actualmente esta técnica puede ser aplicada para la producción de energía, el desarrollo de biosensores [3] o, incluso, la biorremediación de aguas contaminadas al cambiar, in situ, la especiación de un contaminante [4].